
El estudiante con sus particularidades culturales, emocionales, físicas, psíquicas y cognitivas toma, cada vez, mayor relevancia en los planes y las aulas, ahora son estas las que se adaptan a él, no a la inversa; la educación resulta por ello heterogénea. Las políticas actuales respaldan esa centralidad de la persona, es decir, reconocen el interés particular y humano, y la proyección única de capacidades intelectuales, físicas, emocionales, sociales y éticas. Las investigaciones sobre el presente y futuro de la educación están mirando a esta integralidad.
En este número de D’Perspectivas Siglo XXI los estudios versan, por un lado, sobre estas particularidades de los estudiantes, y por otro, reflejan la pluralidad de fines, objetivos y misiones que se plantea la universidad actual en el contexto latinoamericano.